Numancia
jueves, 17 de septiembre de 2009
Jörg Haider, más peligroso muerto que vivo?
Aquel fin de semana estaba disfrutando de Viena y de visita en casa de un amigo. Nos despertamos a finales de la magnana después de una noche de discotequeo alternativo, electrónico y post punk, y al echar un vistazo en la red vimos la noticia. Haider ha muerto. Sin duda, exceso de velocidad. En la fachada de la central del Krone Zeitung (periódico de un populismo insultante), un retrato de dimensiones descomunales de ese hombre. Quién era Jörg Haider?
Un político de extrema derecha austriaco que ganó (mala) fama internacional cundo su partido de por aquel entonces, el FPÖ (Partido Austriaco de la Libertad - traducción no literal), entró en el gobierno en una coalición con los democristianos del VPÖ (Partido Popular Austriaco), causando una firme reacción política de disgusto entre los miembros de la UE. Por aquel entonces se zanjó el asunto desterrando a Haider al gobierno regional del estado de Carintia. Su partido ejerce una política de extrema derecha disimulada tras una “simpática” fachada populista. Haider, con cierto talento para el discurso y un aspecto físico muy por encima de la media de la clase política en General, no dudó nunca en hacer declaraciones en un tono estrictamente Neonazi: negación del Holocausto o crítica a la existencia del estado federal austriaco haciendo gala de un pangermanismo inédito en las altas esferas del poder en la Europa desde el final de la II Guerra Mundial, eran a menudo parte de sus discursos. Esto le convertía en un personage molesto para el exitoso FPÖ, al menos en lo que a política federal se refiere. En Carintia se sentía como en casa. Esta región rural al sureste de Austria es, para desgracia de la abundante buena gente que de ella procede y conozco, muy afín al nacionalismo radical. Haider basó su política aquí a apoyar toda manifestación de cultura tradicional germánica, lo que no hubiese sido tan malo si no fuese acompagnado de la marginación de cualquier otro tipo de manifestación cultural, en especial la de la gran minoría eslovena de la zona.
Como suele suceder en los partidos de escasa o ninguna tradición democrática, el FPÖ sufriría una lucha interna entre Haider y otro caudillete llamado Strache (famoso por haber hecho un vídeo de Propaganda electoral en la que ce suelta a cantar un rap). Haider, no dispuesto a compartir la cabeza del partido con naile se retiró a su feudo y fundó un nuevo partido político, el BZÖ (Unió para el Futuro de Austria). Este partido gobernaría Carintia pero no sería demasiado popular a nivel federal hasta las últimas elecciones del 2008. Haider gozaba a la hora de su muerte de una popularidad creciente entre la población austriaca. Gran parte de la culpa la tenían los democristianos y los socialdemócratas que, tras no tener una mayoría Clara en las elecciones anteriores, habían formado una gran coalición de gobierno a la alemana que sólo había sobrevivido 18 meses y que había terminado en catastrófica peleítas infantiles entre ambos partidos. Consecuencia de esto es que los partidos de extrema derecha sumaron juntos un 30% del escrutinio en 2008. Lo bueno es que estos dos partidos, pese a tener programas electorales calcados el uno del otro, jamás unirían sus fuerzas por culpa de dos "Führerkult" enfrentados. A parte de esto está el hecho de que los partidos de centro parecen haber comprendido que la opinión internacional no tolera la sombra de un regreso de las camisas marrones a estas tierras, y que, tal y como anda el mundo, no conviene aislarse.
Durante la semana que separó el accidente mortal de Haider y so entierro ceremonial en Klagenfurth - con la presencia de delegaciones de partidos tan prestigiosos como la Liga Norte o el Front National - se fueron conociendo todos los detalles del cómo de su muerte. Existen tres versiones, todas Ellas ciertas pero con distintos niveles de información. Primero está la versión de los seguidores del "Landesvater" (padre del Estado): conduciendo de madrugada a una velocidad Mayor que la permitida y habiéndole dato la tarde libre a su chófer, Nuestro querido Jörg pierde el control del vehículo en una curva, se empotra contra un poste y muere en el acto. Venía de un acto político e iba camino a casa de so madre para celebrar al día siguiente el cumpleagnos de esta. Luego vino la versión oficial: conduciendo so coche oficial sin chofer, a un mínimo de 140Km/h por una carretera rural con un límite de 70km/h, a altas horas de la noche y con 1,8% de alcohol en sangre, Jörg Haider pierde el control de so vehículo, lo empotra en un poste y muere en el acto. Finalmente esta la versión completa con todas las declaraciones de la investigación policial, nada de lo siguiente son rumores: al salir ya de noche de un acto oficial, Haider da vacaciones a su chófer y se dirige a un bar “de ambiente” en el que es cliente habitual. Tras beber mucho decide irse a casa de so madre. Sus amigos en el bar intentan convencerle de que no conduzca debido a lo borracho que iba, no consiguen quitarle las llaves del coche y le ven irse. En una carretera rural, adelanta a otro coche a gran velocidad, no la reduce y se estampa aproximadamente 150m. más adelante. Las dos últimas versiones fueron mencionadas en los medios de comunicación austriacos en so momento pero, al parecer, la que tiene más vistos de pasar a la Historia es la primera. El hecho de conducir temerariamente en un estado de ebriedad en el cual a la mayoría de nosotros nos constaría andar de pié no parece ser lo más adecuado para hacer de Haider un mártir (costumbre muy repandida entre nacionalistas como el BZÖ). Evidentemente, lo peor para sus seguidores es que Haider tuviese una vida sexual/sentimental paralela, adultera y homosexual. Personalmente me parece que este hecho, de por si, es irrelevante. Quizás podría criticar el adulterio, pero no soy quién para juzgar a nadie por su vida privada. Sin embargo, si tenemos en cuenta que estamos hablando de un personage público/político, casado, con dos hijas y abanderado agresivo de los valores morales de la sociedad católica tradicional y tradicionalista más rancia, no puedo menos que expresar mi repulsa ante tanta hipocresía. A parte de esto, me alegro de que no se llevase a nadie por delante.
No haré como todos los políticos democráticos austriacos que lamentaron la muerte de un “gran político” que generaba mucha “controversia” y con el que “tuvimos nuestras diferencias” pero “que tuvo gran influencia sobre la política austriaca de los últimos agnos” siendo “un gran orador” - lo que siempre dice el personal de dudoso credo político sobre Hitler! No, no me esforzaré en encontrar palabras de elogio para un fascista de marca Mayor, no lamento so muerte. Y sin embargo, so muerte podría poner al sistema democrático europeo en peligro. Sin su persona, el BZÖ queda decapitado y será en el futuro como mucho un partido regional en Carintia - hasta que punto se verá en las elecciones al gobierno del estado de Carintia este agno. Esto significa que el FPÖ de Strache concentrará en un futuro el voto de extrema derecha a nivel federal. Teniendo en cuenta que Austria es gobernada en la actualidad por una segunda gran coalición, que la primera fue un desastre y desgastó mucho a los dos partidos de centro, y que estamos en medio de una crisis económica global,… Para evitar que Austria se sume a Italia y que se resquebrajen todavía más los cimientos de la UE, es necesario que socialdemócratas y democristianos trabajen mucho y seriamente para poder gobernar toda la legislatura de manera fructífera, evitando otras elecciones anticipadas oscurecidas esta vez todavía más por la crisis y que la mayoría democrática de la población austriaca se de cuenta del peligro que corre y actúe/vote en consecuencia. Esperemos que así sea. En lo que a mi concierne, me mudo por diversos motivos en breve a Alemania, donde la situación política da un poco menos de miedo.
La estupidez: patrimonio de la humanidad
Otro madrugón. Otra vez sentado en un tren camino a Alemania. Otro Café en la estación de Graz, esta vez acompagnado de la lectura del “Standard” - único peródico legible en Austria. La única novedad es un ordenador nuevo con teclado alemán. En los tiempos que corren, las 5 de la magnana (otra vez el teclado alemán) me pareció algo pronto para leer la sección de economía. Dos noticias han llamado mi atención: la radicalización fundamentalista de la iglesia católica y el progreso de la extrema derecha en las elecciones en Israel. Conocen esta situación? Leer el periódico y no ser capaz de sentir otra cosa quer frustración y, sí, un cierto grado de misantropía. Recuerdo una conversación quer tuve hará más de 10 agnos con un tío mio en Francia: yo defendía una posición con respecto a la humanidad muy influenciada por Nietzsche y, he de admitirlo, por el Black Metal, y mi tío una posición compuesta a partes iguales por hippieismo y catolicismo progresista bien intencionado. “Somos todos hermanos.” Lo somos? Muy a menudo me es imposible aceptarlo.
Empecemos por la iglesia católica, que entre muchas otras aberraciones anacrónicas acaba de readmitir en su seno - con ciertas relativizaciones - al obispo británico Williamson, un “revisionista histórico“. Este siniestro personaje, que se cree historiador en un alarmante caso de intrusismo laboral muy común en la iglesia, va diciendo a televisiones suecas que el Holocausto es una mentira. Evidentemente no aporta ninguna prueba y simplemente repite el viejo discurso Neonazi: solo habrían muerto entre 200.000 y 300.000 judíos en campos de concentración - no habría habido campos de exterminio - de las SS. Si esta peligrosa estupidez contuviese el más mínimo resquicio de verdad en si, no quitaría a dicho genocidio su carácter de horrible crimen, pero este escándalo no era el tema de la noticia. El caso es que la iglesia austriaca ha nombrado obispo de Linz (capital cultural europea 2009 en la cual cambiaré de tren más tarde) a un fundamentalista radical apellidado Wagner. Entre otras estupideces este segnor - dicho sea sin el más mínimo respeto - acaba de declarar que “la homosexualidad es una enfermedad mental, curable como el alcoholismo” - otro caso de intrusismo laboral, esta vez en la psiquiatría. Al leer esta cita no pude evitar una cierta sonrisa sarcástica. La equiparación de la homosexualidad con el alcoholismo es de por si una tontería suprema por dos motivos. Para alguien que pertenece a una organización ideológica tan preocupada por La Verdad, esta afirmación es simple y demostrablemente falsa. Por otro lado es curioso que este hombre hable de alcoholismo - iba sobrio al hacer estas declaraciones? El alcoholismo es una enfermedad que no se puede curar. Un alcohólico lo será el resto de so vida y, solo mediante una disciplina férrea y ayuda médica conseguirá reprimir su adicción para evitar una degeneración física y mental que le impediría vivir en sociedad y le llevaría a la muerte. La homosexualidad - y la iglesia católica debería saber de que hablo - puede ser en muchos casos reprimida. Sin embargo los efectos de la represión sexual son los opuestos que los de reprimir una adicción dagnina como el alcoholismo: degeneración mental que engendra enfermedad y perversión. Está perfectamente demostrado que la homosexualidad, siempre que la sociedad que la rodea sea lo suficientemente civilizada y se encargue de solucionar problemas auténticos en vez de llevar a cabo cazas de brujas, no es ningún problema para el desarrollo de una vida normal. La homosexualidad no es ninguna enfermedad. Teniendo en cuenta que estas declaraciones solo son las más recientes de una larga lista de barbaridades vomitadas por el segnor Wagner, me cuesta engendrar el más mínimo sentimiento de hermandad con él y con aquellos que le apoyan o le elevan a un puesto muy importante en una sociedad tan católica como la austriaca. Esto no significa que abogue por exterminar a este tipo de gente y no creo que esté en mis manos el “curarles”. No se si la estupidez se puede curar realmente. El pequegno humanista dentro de mi me dice que sí, que con educación la estupidez se cura, o al menos se reprime, pero no siempre estoy muy seguro de esto.
Pasemos a la situación en Israel. Que sucede en una sociedad militarizada tras decenios de guerra casi constante y basada en gran parte en ideas nacionalistas radicales, que sufre un desgaste del sistema democrático/neoliberal similar al de las sociedades occidentales? Que la izquierda - incluso la más que centrista del laborismo - desaparece del plano político. Quedan para formar gobierno un partido de centro-derecha, los conservadores agresivos del Likud y la más que extrema derecha, xenofoba, militante y muy militarista. Esta última aspira a quitar la ciudadanía a los árabes-israelís que no muestren “lealtad al estado”. Esto privaría a estas personal de los derechos de ciudadanía, tal y como harían los nazis con los judíos en los agnos 1930. Las consecuencias que esto podría tener deberían estar muy Claras. Para empezar tenemos la reacción de la opinión pública occidental ante el asedio la franja de Gaza: la confusión entre los conceptos “judío” e “israelí” que lleva en muchos casos a un discurso simplista y estúpido antisemita y sirve incluso de caldo de cultivo para el “revisionismo histórico” o al menos para relativizar el Horror del Holocausto. El origen de tanta estupidez en todos los campos me parece ser uno que siempre he vuelto a citar: la fundamentación de sistemas ideológico-sociales (palabro) o simplemente de opiniones en una Feindbild. La estupidez es fácil de asimilar si se consigue, a través de simplismo exacerbado, el impregnar en las mentes de las persona una idea de “El Enemigo (común)”. En la historia reciente tenemos al musulmán terrorista asesino, al “ewige Jüde” conspirante, al emigrante maleante, al homosexual pedófilo y perverso, al izquierdista criminal o incluso al hombre blanco represor por naturaleza - por citar a muy pocos. Lo que sucede en Israel no es muy distinto de la alarmante situación política que se vive en gran parte de Europa - en parte trato este tema en mi texto sobre Jörg Haider y la peligrosa situación política austriaca. Podemos concluir que, en el fondo y mal que esto pese tanto a judíos ultraortodóxos y sionistas radicales como a antisemitas de todo tipo, la sociedad israelita no es tan distinta de las demás y solo sufre un condiciones muy duras y propicias para el desarrollo de la estupidez.
Esta estupidez que describo no es nueva pero parece estar recuperando una popularidad que había en parte perdido en la segunda mitad del siglo XX. Sectores de opinión que solían combatirla parecen haber cedido ante Ella, la aceptan o incluso la han hecho propia. Me da la impresión de que cada vez está menos mal visto el divulgar estupideces peligrosas y que aquellos que habrían quemado libros en el pasado se acogen a la libertad de expresión y reciben cada vez más aplausos. Preocupante. Para terminar quisiera citar al gran cantautor francés Georges Brassens: “Il y a peu de Chance quer l’on detronne le roi des conns.” (Es poco probable quer se destrone al rey de los gilipoyas).
miércoles, 21 de enero de 2009
Hablando "en idiomas"
El no comprender lo que se dice alrededor de uno es una sensación de imptencia bastante desagradable. De hecho creo que esta sensación es en parte el origen de la xenofobia y de los problemas de integración que pueden surgir cuando uno es inmigrante. Aprender un nuevo idioma es, especialmente si se pasa a una familia linguística nueva, un desafío nada desdeñable. Como el ser humano tiende a ser bastante vago, la mayoría – de la que no me excluyo – sólo hace el esfuerzo de aprender una nueva lengua cuando no le queda otro remedio. Por motivos varios, existen países en los cuales es más difícil que en otros encontrarse a gente que domine alguna lengua más que la vernácula – y España es uno de ellos. Este hecho genera muy a menudo intolerancia, paletismo e impide a las personas romper los prejuicios que se tiene frente a sus vecinos, cercanos o lejanos. Pese a estar en contra de la predominacia del inglés en nuestras sociedades y la monocultura que esta tiende a engendrar, he de defender la necesidad de tener un idioma global para moverse por el mundo. El bilinguismo es una necesidad. La idea del esperanto me parace genial y es una pena que este idioma nunca haya tenido éxito. El inglés no deja de ser una herramienta de comunicación extremadamente útil y el hablar más idiomas nos permite ser mejores personas, si bien no nos convierte automáticamente en una de ellas. Desde hace años se puede apreciar una mejora en este aspecto. Las instituciones de nuestras sociedades tienden a menudo a fomentar el cosmopolitismo y muchos ciudadanos han hecho suya esta tendencia. Sin embargo sigue habiendo mucho trabajo por hacer. No voy a ponerme ahora a aprender, por ejemplo, una lengua eslava; pero me encantaría tener en un futuro cercano el tiempo, la energía y la necesidad de hablar un idioma nuevo. Gran parte de las mejores experiencias de mi vida me han sido ofrecidas a través de otras lenguas. Con estas lineas quiero animar a todos a lanzarse a la aventura de ser menos ignorantes. Hablar “en idiomas” – para citar a mis queridos Gomaespuma – puede ser complicado pero ofrece grandes satisfacciones.
domingo, 5 de octubre de 2008
V. Pequeña introducción al maravilloso mundo de la lengua eslovena
Si bien no es estrictamente necesario aprender esloveno para vivir aquí una temporada, en un principio me plantee intentarlo por respeto, interés y para evitar ser tratado como un turista – esto último lo evité salvo en los taxis. El problema a la hora de aprender el esloveno es que, sin más, es mogollón de jodido. A parte de ser un idioma eslavo tiene varias peculiaridades que chocarán a cualquier miembro de sociedades más romanizadas: hasta 6 declinaciones, un sistema estrambótico para hacer plurales que diferencia entre si es plural de dos – dual –, de tres o de más, ausencia absoluta de artículos,... En fin, Pilarín, que al final me decidí por aprender los básicos más básicos y dejar mi quinto idioma para otro año.
Lo primero que necesitaba era aprender a leer en esloveno. Esto es bastante fácil. Como todo el mundo sabe debido al nombre de la capital, la J se pronuncia como una I – y me abstengo de repetir chistes malos sobre nombres de amigas mías. Luego vienen las tres letras diferentes que tienen: la C, la S y la Z con un acento circunflejo (“^”) pero dado la vuelta, como una V encima de la consonante. Estas letras, que no puedo escribir con mi teclado “made in Spain”, se pronuncian respectivamente como una CH, una SH inglesa y una J francesa. A partir de ahora aparecerán en estas lineas como Ć, Ś y Ź. Pero lo más rarito a la hora de leer este idioma es la V. A veces se pronuncia como una V francesa – o valenciana – y otras como una U. He preguntado incluso a lingüistas y nadie me ha podido explicar el por qué ni el sistema de esta peculiaridad. Las Hs son aspiradas y las Cs y Zs se pronuncian muy suavemente, como la mayoría de los iberoamericanos lo harían. Lo último que hay que saber es que, en esas palabras tan graciosas que no tienen vocales como trg (plaza) o smrg (muerte) los eslovenos pronuncian una especie de E casi sorda antes de la R – que se pronuncia casi como en España. Ya está, esto es todo, ni consonantes dobles ni dos millones de vocales en esloveno.
Ahora nos hace falta un vocabulario básico. Pivo significa cerv... No, mejor empezar por los saludos. Los eslovenos se saludan en varios idiomas: dicen “Hallo”, “Ciao”, pero también “Hola”. Sin embargo existen dos formas realmente eslovenas para saludar: “Dober dan!” es “buenos días” y “Źivjo!” es un “Hola” más informal. Esta última palabra se pronuncia “Jiuio” y es necesario hacer algo de gimnasia oral y practicar para que salga de forma natural. Para despedirse usan una palabra italiana eslovenizada y que escriben “Adjo!”. “Dobro” significa “Bueno” y equivale a un “pos bueno, pos fale, pos m'alegro” o simplemente a un “de acuerdo”. “Uno, dos, tres” es “eno, dve, tri”. “Calle” se dice, “Cesta” – fuera de coñas. “Prosim” es “por favor” y “de nada”, y “prostite” equivale a “disculpe”. Y, ahora sí, “pivo” es “cerveza”. Podría seguir otro rato pero tampoco quiero quitaros toda la diversión si seguís mi consejo y vais un día a visitar Eslovenia.
Pasemos a la frase básica de supervivencia: “Eno pivo, prosim.” Esta frase que abre puertas y hace amigos fue, como es natural, la primera que me enseñó mi colega Janez. Lo que hay que saber es que en los bares de Ljiubljana siempre tienen dos tipos de cerveza nacional: la Laśko y la Union. Ya me extenderé sobre la importancia de beber la una o la otra en otro capitulo. Si queréis evitar que el camarero os pregunte algo en esloveno, y que vuestro intento de hacer el guay y dar el pego hablando esloveno se vaya al garete, tendréis que decir “Eno Laśko, prosim” para pedir una cerveza fuerte y amarga, o “Eno Union, prosim” para una de sabor más bien afrutado.
Con mi segunda frase en esloveno entramos en el fabuloso universo de los tacos: “Piśda ti materna!”, “¡El coño de tu madre!” en cristiano. Los tres básicos del mal hablar en esloveno son “piśda” (“coño”), “kurz” (“pene”), y “curva” (de puta, no de giro). Estas tres palabras, y especialmente la primera, se emplean con la asiduidad con la que los españoles tienden a emplear “coño” o “joder”. No es raro oír a macarrillas que empiezan y terminan cada una de sus frases con un “piśda”. La palabra “kurz” tiene mucha guasa para los germanoparlantes, ya que se escribe y pronuncia igual que el adjetivo alemán “corto” – sin comentarios. Lo curioso es que según un pseudolingüista/nacionalista esloveno de cuyo nombre no puedo acordarme los eslovenos no emplean palabras malsonantes y estas son una mala influencia de los vecinos del sur: bosnios, croatas y serbios, que no poseerían una cultura tan refinada como la eslovena. ¿No decía cierto protonazi vasco llamado Sabino Arana lo mismo de su tierra? El lingüista esloveno continua su argumentación diciendo que el único juramento autóctono del país sería la exclamación “¡300 osos peludos!” (sic). Os puedo garantizar que los eslovenos son gente normal que suelta tacos con relativa regularidad, como todo dios.
Ya tenemos dos frases que hay que conocer pero nunca utilizar juntas. Si dices “Eno pivo, prosim. Piśda ti materna!” puede que tengas algún problema que otro con el camarero. Creo que lo arriba escrito es suficiente introducción. “Hvala” (“gracias”) por seguir leyendo.
lunes, 22 de septiembre de 2008
IV. ¡Bienvenido a la oficina, Señor Morán!
Volvamos al relato de los hechos. Después de pasar un fin de semana de turismo, fiesta y cine al aire libre – os recomiendo a todos ver la genial película Control de Anton Corbjn, biografía de Ian Curtis, cantante de Joy Division. Me levanté tempranito el lunes 4 de agosto para dirigirme al Museo de la Ciudad y empezar mi primer día de curro. Como se suele hacer en estos casos, uno se pone su mejor camisa, se lava el pelo, se peina bien, se echa colonia y se afeita a contrapelo para intentar dar buena imagen. No contaba en aquel momento con mi némesis, la caló húmeda y contundente que convertía a la ciudad en una sauna finlandesa. A las 8:30 de la mañana, me presenté a la entrada del museo con unas manchas de sudor cojonudas en la camisa. Apenas un cuarto de hora de paseo entre la residencia y la oficina, y mi desodorante ya me había abandonado. Esto tampoco fue ningún drama porque el dress code entre mis compañeros es de todo menos estricto.
Mi jefa, Janja, me recibió con una sonrisa pese a que se le notaba una depresión postvacacional bastante aguda. Mi primera actividad del día fue darme un paseo por los distintos despachos, dando apretones de manos a la peña e intentando en vano acordarme de los nombres – algunos de ellos muy exóticos para mi – de mis futuros compañeros. Teniendo en cuenta la época del año, no me sorprendió que un cuarto de los despachos estuvieran vacíos. La gira culminó en la sala del café, un lugar con unas vistas estupendas sobre los tejados de Ljubljana con unos sofás blancos de cuero comodísimos y una máquina de hacer café que pasaría a ser una de mis mejores amigas en las semanas venideras. Aquí, mi jefa, muy ocupada y estresada como siempre, me dejó en manos de otros colegas. El primero con el que charlé fue Blaś el joven – para diferenciarlo de Blaś el megamandamás del museo. Este agradable carácter me dio la primera lección de supervivencia en la oficina: me enseñó a utilizar ese pedazo de máquina que hace una café güeno güeno que te cagas por la pata'bajo.
Aquí descubrí que la aplastante mayoría de mis compañeros tienden a la izquierda en lo político, son gente abierta a la que le gusta charlar sobre la historia de su país y no se toman la legislación antitabaco con excesiva seriedad. Digamos que me sentí enseguida como en casa. Lo de la prohibición de fumar en el puesto de trabajo es una historia curiosa. Desde el 1 de enero de 2008, los eslovenos tiene una de las leyes antitabaco más estrictas de la Unión Europea. El primer mes, mis compañeros se dedicaron a salir al patio del museo a fumar, perdiendo valioso tiempo y poniendo su salud en peligro debido al riguroso invierno de estas tierras. Al tiempo a alguien se le ocurrió que no pasaba nada si se fumaba en la ventana de la sala del café, y así se hizo. Un buen día, Blaś el director, se hizo un café, agarró el cenicero y se sentó a leer el periódico, pitillo en boca, en los comodísimos sofás arriba citados. La clase de tropa, fumadora en su mayoría, tomó ejemplo en su dirigente y decidió que las leyes deben hacerse para las personas y no las personas para las leyes.
En este agradable entorno conocí a algunos de mis compañeros: Allí estaban Borut, simpático posthippie recién regresado de sus vacaciones en Andalucía, y su no menos simpática asistente Vesna que me soltó “A ti te gusta el rock, ¿no?” nada más verme; Egon, algo tímido y con poca soltura en el inglés, pero uno de los que más cosas interesantes me ha contado sobre el museo y Eslovenia; Marja, encargada de publicidad del museo con un sentido del humor seco estupendo; y Janez, encargado de documentación que pasaría a ser uno de mis mejores compinches de maldades mientras me ayudaría a descubrir Ljubljana y el resto de Eslovenia.
Después de hacer una pausa sin haber empezado a currar todavía, me dirigí al despacho de mi jefa, a ver si empezábamos a discutir mis futuras tareas. Mi jefa me presento a Maja, una estudiante que, pese a estar cualificada para mucho más, hacía labores de secretaria. Mi jefa estaba hasta las patillas de curro, situación muy habitual en ella, y me mandó con Maja a dar un paseo por la ciudad y a almorzar algo. Maja, la mar de maja, se alegró un montón de poder cambiar la pantalla del ordenador por el aire libre y me hizo una visita guiada por el centro de la ciudad. Teniendo en cuenta que los dos estábamos en una situación similar en el museo y que nuestros despachos estaban pegados el uno al otro, acabaríamos siendo buenos amigos. De hecho, el verano que viene, estoy invitado a visitarla a ella y a su novio Miha, tío cachondo donde los haya, en Koper, al borde del Adriático.
Después de un día interesante pero que no puedo denominar de trabajo, volvía a la oficina con la esperanza de que mi jefa me diese tareas. Janna estaba a punto de irse a una reunión que tenía fuera del museo. Me dijo que ya discutiríamos mis tareas al día siguiente – lo que por suerte hicimos –, que me fuese por la noche al Trnfest o a Metelkova – osea, que me fuese de juerga un lunes (!) – y me soltó su palabra favorita para decirme que el “trabajo” se había acabado para mi por esa jornada: “Enjoy!”. Os puedo garantizar que lo hice.
jueves, 18 de septiembre de 2008
III. Lo bueno de tener prejuicios es cuando acabas con ellos
Pese a haber pasado los últimos 7 años de mi vida viviendo muy cerca de países eslavos, esta ha sido mi primera vez en uno de ellos. Para más inri se trata de Eslovenia, una república que pertenecía a la Yugoslavia federal de Tito. Por todos es sabido que los exyugoslavos tienen una tendencia algo preocupante a matarse los unos a los otros cuando surge la ocasión. Eslovenia viene a ser una excepción en este sistema. Cuando Yugoslavia se disolvía entre cenizas y sangre (...y si no me da para filósofo, al menos poeta.) los eslovenos llevaron a cabo una guerra contra el estado central que duró sólo 10 días y en la que a penas hubo unas pocas bajas militares. Pese a esto, para alguien que viene del Oeste europeo, los eslovenos no dejan de ser unos grandes desconocidos de los cuales se podría pensar: son europeos del Este, de los balcanes, exyugoslavos, nacionalistas, bebedores garrulos y, especialmente si uno asimila de forma involuntaria una pizca de la propaganda machacona de la extrema derecha centroeuropea, gentes con una cierta tendencia innata al comportamiento criminal. Ya en las primeras semanas conocí en Ljubljana a mucha gente que me fue convenciendo firmemente de lo contrario.
Antes de venirme tuve una interesante conversación con un amigo austriaco. Hablábamos de mi inminente viaje y el me preguntó que si había estado alguna vez antes en un país de Europa del Este. Yo le contesté que sí, en Austria desde hace casi un año. Él me mandó una mirada fulminante de odio. Lección número uno: nunca digas a un austriaco que viene de Europa del Este, aunque este viva en Graz, ciudad que pilla algo más al Este que Ljubljana. Es muy estúpido, pero las gentes tienden a ofenderse por este tipo de comentarios que, en si, sólo se refieren a la geografía. George W. Bush visitó Eslovenia hace un tiempo y, para variar, la cagó de marrón diplomático en un discurso: “Slovenia is the most beautiful country in the Balcans!”, soltó alegremente. Parte del Este de Eslovenia está situado en los Balcanes, pero a los eslovenos no les suele hacer mucha gracia que se les meta en el mismo saco que al resto de las naciones balcánicas. Aunque esto no tenga un fundamento demasiado sólido, alguien que haya visto las noticias y leído el periódico desde principios de los 90 hasta la fecha comprenderá las razones para ello.
El esloveno medio lo tiene muy claro: Eslovenia está en Centroeuropa. Y en el fondo no les falta razón. Por razones históricas y geográficas que puede que explique un día de estos en le blog, los eslovenos sólo tienen culturalmente un tercio de eslavos, pese a su nombre. Los otros dos tercios proceden de sus vecinos del Oeste y del Norte: Italia y Austria. Osea, los eslovenos son eslavos germanolatinos. La combinación suena algo estrambótica pero en el fondo funciona muy bien. De hecho, los eslovenos se han integrado gracias a ello sin problemas en la UE. Aunque algunos no lo sepan, en Eslovenia se paga con euros. En un día de excursión uno puede ir de los Alpes, a las típicas colinas centroeuropeas, a las llanuras de tipo húngaro y a la costa del Adriático. Es una paliza pero ya lo hice.
El hecho de ser un país pequeño no les ha hecho cerrarse al mundo. El hecho de mantener su lengua viva y con buena salud no les impide ser un pueblo bastante políglota, como ya explicaré en su momento. Puede que haya tenido suerte a la hora de conocer a gente, pero a penas me he topado con el tipo de personas que mi subconsciente esperaba encontrar. Lo cual, como ya dije, siempre es motivo de alegría y buen humor. Con toda seguridad, Eslovenia debe de estar llena de imbéciles – como todo lugar donde haya seres humanos, la estupidez es patrimonio de la humanidad – pero el secreto de que le vaya bien a uno es intentar encontrar a la buena gente allá donde vaya y pasar del resto. Y como dijo Albert Einstein:
“Es gibt nur zwei Dinge die unendlich sind: das All und die Dummheit der Menschen. Und bei dem All bin ich mich nicht ganz sicher.“
(Solo hay dos cosas que sean infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy completamente seguro.)
miércoles, 17 de septiembre de 2008
II. Preliminares y llegada
Para solucionar lo del alojamiento me decidí a pedir plaza en uno de los colegios mayores de Ljubljana que se encuentran cerca del centro y, por consiguiente, del museo. Primero mandé un emilio preguntando si era posible obtener dicha plaza entre el 1 de agosto y el 2 de octubre. La respuesta a mi correo fue la siguiente: “Si. Su habitación está reservada.” Después de haber vivido en mis carnes la dura experiencia burocrática de luchar por hacerse con una plaza así, primero en Alemania y luego en Austria, esté correo me dejó boquiabierto. Esto especialmente teniendo en cuenta que no soy estudiante de la Universidad de Ljubljana y mis prácticas no forman parte de ningún proyecto de intercambio europeo. Veloz, contesté planteando una serie de preguntas bastante lógicas: ¿Dónde está la habitación? ¿Cuánto cuesta? ¿No necesitan algún documento mio de antemano? ¿No tengo que firmar un contrato con ellos y pagar una fianza antes de llegar? La respuesta no fue mucho más larga esta vez: “Dom II (bloque 2). 95€ al mes. No, traiga simplemente consigo su carnet de estudiante y preséntese el 1 de agosto antes de las 15:00 horas en la recepción.” Las dudas sobre si este intercambio de emilios era o no algo serio me durarían hasta las 14:30 horas del 1 de agosto.
La siguiente buena noticia, después de experimentar que los eslovenos no han heredado la burocracia germánica, me llegaría en una conversación con mi buen amigo Stefan – antiguo compañero de fechorías en mis años en Bayreuth. Resulta que, pese a vivir desde hace un tiempo en Glasgow, Stefan iba a pasarse por motivos laborales dos veces por Ljubljana durante mi estancia. El diablo sentado sobre mi hombro izquierdo sonrió, la palabra “¡Fiesta!” apareció tatuada sobre mi frente y Franz Ferdinand empezaron a sonar en mi cabeza “We're gonna burn this city! Burn this city!...”.
De buen humor y con grandes expectativas me despedí en la mañana del día 1 de agosto de Graz y tomé el tren hacia Ljubljana. Después de casi cuatro horas para realizar un trayecto que, en coche, se hace en poco más de dos, mi buen humor había descendido un poco. Pese a ello, llegué sano y salvo a la estación central de Ljubljana.
Aquí empezaría un mal rollo que duró hasta las 5 de la tarde. Si bien Ljubljana es una ciudad la mar de gonita y francamente, su estación central debió de ser construida en los años 70 y es un ejemplo de lo más feo y tercermundista que la arquitectura soviética ha parido. La caló húmeda y chunga que hacía me puso a sudar como un cochino jabalín. El taxista que me llevó a la residencia me dio un paseo por Ljubljana y me cobró el doble de lo que debería, por turista – hay cosas que son las mismas en todos los países del mundo.
Tardé casi 20 minutos en encontrar la recepción en un complejo compuesto por 18 edificios más parques y pistas deportivas, todo ello cargando con el maletorro y bajo la caló sevillana de la que hablé antes. Cuando finalmente llegué a mi destino, me encontré con que el tipo que se encargaba de la recepción tenía la cabeza rapada y llevaba una camiseta que rezaba “Blood and Honour – Division Slovenia” (para el que no lo sepa, B&H es la organización internacional más importante de boneheads neonazis). En Alemania y Austria el simple hecho de llevar una camiseta así en público va en contra de la ley. Os podréis imaginar que la visión de tal imbécil en la recepción de una residencia universitaria me dejó los pelos de la cabeza rizados y los del pubis lisos. Menos mal que el idiota me dio las llaves de mi habitación y me dijo que volviese el lunes o el martes para firmar el contrato y pagar. ¡Me dan las llaves de un cuarto y lo único que tienen de mi es una dirección de correo electrónico de Yahoo! El cuarto: grande, cómodo, con ropa de cama aunque trajese la mía en la maleta, con tele aunque sólo con canales en esloveno y sin ningún utensilio de cocina. ¡Vivan los bocadillos y las latas!
Pero tras esta serie de hechos desafortunados el día iba a cambiar bastante. Era viernes y mi colega Stefan estaba en la ciudad. Quedamos a las 17:00 horas en el centro, en la Preśeren Trg. Trg – no me he olvidado de las vocales, es que no tiene – significa plaza, y Preśeren es el poeta nacional esloveno. Tres descubrimientos me alegraron mucho: A diferencia de los alemanes, los eslovenos saben hacer buen café y lo venden a precios decentes; no es necesario hipotecar todas tus pertenencias para comprar un paquete de tabaco por estos lares; y la cerveza, si bien no se la puede comparar con la que se hace en Franconia o Chequia, está rica y a bastante buen precio también. Ya dedicaré un capítulo a las drogas legales un día de estos.
Deambulamos toda la tarde por el pequeño y sin embargo maravilloso centro de Ljubljana parándonos en terracitas de vez en cuando y, al caer la noche, empezamos a diseñar un plan de operaciones juerguisticas. Al final nos decidimos por irnos al Trnfest – festival alternativo de verano que se merece su propio capítulo – por que había un concierto de unos exyugoslavos emigrados a Yanquilandia que tocaban una mezcla de punk hardcore y folk balcánico. Buen concierto, buen ambiente, gente maja y abierta,...
Cuando me tumbé en la cama a altas horas de la madrugada recordé que Angelika, mi querida novia, me había dicho unos días antes de mi viaje que me envidiaba, que seguro que iba a conocer a un montón de peña y pasármelo muy bien. Yo le contesté que no exagerase, que me iba a Ljubljana a currar y que el idioma iba a ser un problema. Como suele ser habitual, Angelika tenía razón y y o estaba equivocado.