El titulo puede sonar algo pretencioso, pero es una frase que me encanta y que siempre he aplicado cuando he ido a países y regiones nuevas. Es casi imposible vivir sin prejuicios ya que estos surgen de forma automática e irracional. Lo peligroso es cuando gente los sistematiza y los convierte en algo solido que les sirva de estructura para relacionarse con los demás. (De mayor quiero ser filósofo...) En cualquier caso, siempre me alegra el conocer a gente que rompe los tópicos que se tiene de sus países en el extranjero. De la misma manera, me cabrea un montón muy grande cuando me encuentro con peña que cultiva esos tópicos que dan origen a los prejuicios: el hooligan inglés, el machito baboso italiano, el austriaco cerrado y nacionalista, el francés chovinista y prepotente o el español casposo y superficial, por poner sólo un par de ejemplos.
Pese a haber pasado los últimos 7 años de mi vida viviendo muy cerca de países eslavos, esta ha sido mi primera vez en uno de ellos. Para más inri se trata de Eslovenia, una república que pertenecía a la Yugoslavia federal de Tito. Por todos es sabido que los exyugoslavos tienen una tendencia algo preocupante a matarse los unos a los otros cuando surge la ocasión. Eslovenia viene a ser una excepción en este sistema. Cuando Yugoslavia se disolvía entre cenizas y sangre (...y si no me da para filósofo, al menos poeta.) los eslovenos llevaron a cabo una guerra contra el estado central que duró sólo 10 días y en la que a penas hubo unas pocas bajas militares. Pese a esto, para alguien que viene del Oeste europeo, los eslovenos no dejan de ser unos grandes desconocidos de los cuales se podría pensar: son europeos del Este, de los balcanes, exyugoslavos, nacionalistas, bebedores garrulos y, especialmente si uno asimila de forma involuntaria una pizca de la propaganda machacona de la extrema derecha centroeuropea, gentes con una cierta tendencia innata al comportamiento criminal. Ya en las primeras semanas conocí en Ljubljana a mucha gente que me fue convenciendo firmemente de lo contrario.
Antes de venirme tuve una interesante conversación con un amigo austriaco. Hablábamos de mi inminente viaje y el me preguntó que si había estado alguna vez antes en un país de Europa del Este. Yo le contesté que sí, en Austria desde hace casi un año. Él me mandó una mirada fulminante de odio. Lección número uno: nunca digas a un austriaco que viene de Europa del Este, aunque este viva en Graz, ciudad que pilla algo más al Este que Ljubljana. Es muy estúpido, pero las gentes tienden a ofenderse por este tipo de comentarios que, en si, sólo se refieren a la geografía. George W. Bush visitó Eslovenia hace un tiempo y, para variar, la cagó de marrón diplomático en un discurso: “Slovenia is the most beautiful country in the Balcans!”, soltó alegremente. Parte del Este de Eslovenia está situado en los Balcanes, pero a los eslovenos no les suele hacer mucha gracia que se les meta en el mismo saco que al resto de las naciones balcánicas. Aunque esto no tenga un fundamento demasiado sólido, alguien que haya visto las noticias y leído el periódico desde principios de los 90 hasta la fecha comprenderá las razones para ello.
El esloveno medio lo tiene muy claro: Eslovenia está en Centroeuropa. Y en el fondo no les falta razón. Por razones históricas y geográficas que puede que explique un día de estos en le blog, los eslovenos sólo tienen culturalmente un tercio de eslavos, pese a su nombre. Los otros dos tercios proceden de sus vecinos del Oeste y del Norte: Italia y Austria. Osea, los eslovenos son eslavos germanolatinos. La combinación suena algo estrambótica pero en el fondo funciona muy bien. De hecho, los eslovenos se han integrado gracias a ello sin problemas en la UE. Aunque algunos no lo sepan, en Eslovenia se paga con euros. En un día de excursión uno puede ir de los Alpes, a las típicas colinas centroeuropeas, a las llanuras de tipo húngaro y a la costa del Adriático. Es una paliza pero ya lo hice.
El hecho de ser un país pequeño no les ha hecho cerrarse al mundo. El hecho de mantener su lengua viva y con buena salud no les impide ser un pueblo bastante políglota, como ya explicaré en su momento. Puede que haya tenido suerte a la hora de conocer a gente, pero a penas me he topado con el tipo de personas que mi subconsciente esperaba encontrar. Lo cual, como ya dije, siempre es motivo de alegría y buen humor. Con toda seguridad, Eslovenia debe de estar llena de imbéciles – como todo lugar donde haya seres humanos, la estupidez es patrimonio de la humanidad – pero el secreto de que le vaya bien a uno es intentar encontrar a la buena gente allá donde vaya y pasar del resto. Y como dijo Albert Einstein:
“Es gibt nur zwei Dinge die unendlich sind: das All und die Dummheit der Menschen. Und bei dem All bin ich mich nicht ganz sicher.“
(Solo hay dos cosas que sean infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy completamente seguro.)
6 comentarios:
Pues sí...afortunadamente, con esto de que cada vez somos más móviles, supongo que los prejuicios irán desapareciendo, esperemos que las sorpresas agradables no...
Y sí, totalmente de acuerdo contigo en cuanto a lo majetes que son los eslovenos, y lo bonita que es Ljubljana, y lo práctico que es vivir en un país pequeño (aunque no puedes comparar los Ardennes belgas con los Alpes, desde luego...
Señora Bea: no puedo más que darle toda la razón en lo que dice. Un abrazo del Sudeste al Noroeste! Recuerdos a Frederik!
Buenas.
Me alegro que te vaya bien.
Me alegro de que escribas un blog (es al fin y al cabo tenerte más cerca por muy lejos que estés).
Respecto a los prejuicios, yo creo que siempre es bueno (el toro es peligroso, las palomas contagian enfermedades,...) lo malo es cuando se tiende a abarcar mucho con los prejuicios ya que se suele fallar (más de 10 personas son difíciles de catalogar, así que caracterizar a más de 10 millones con un solo adjetivo se hace arto complicado, y más si se trata de la especie humana, muy singular en cada uno de sus miembros).
Saludos desde Valladolid
David Esteban
PD: Fijo que fue Domingo Turiel el que inspira tus sueños filosóficos, cual Yoda a su discípulo.
las palomas son la peste del siglo XXI, odio a esos bichoooooooos!!!!
David, compañero... me alegro de tener noticias tuyas también... jejejeje, Domingo Turiel 4ever! Bea: si, las palomas son las ratas del aire y en Ljubljana encima son bastante más estupidas que en otros sitios pero, ¿a que viene ese comentario aquí?
Güenas chones a todos!
" David dijo...
[...] las palomas contagian enfermedades,...)
Por eso (y por afán de protagonismo, claro)
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